Vale Do Lobo y Old Course de Vilamoura en Portugal: su excelencia como gran denominador común

Los dos campos del Algarve se convierten en una experiencia única, dos estilos de campo diferentes, pero con un mismo propósito, que el paso por sus instalaciones no dejen indiferente a nadie


Vale Do Lobo: 36 hoyos que acarician el Atlántico

Bajo la luz salina del Algarve, Vale do Lobo condensa en 36 hoyos dos maneras de entender el golf frente al Atlántico: Ocean y Royal. Nacido del impulso pionero de Sir Henry Cotton en los 60, el resort creció entre pinares y dunas hasta convertirse en símbolo del sur de Portugal, con torneo del European Tour incluido (Open de Portugal 2002 y 2003). A apenas 20 minutos del aeropuerto de Faro y con más de dos kilómetros de playa, su ubicación explica parte del magnetismo; el resto lo ponen el trazo de los diseñadores y el rumor constante del mar.

El Ocean es el homenaje más fiel al plan de Cotton: dos nueves originales (1968 y 1972) que, ya fusionados en 1995, descienden desde el bosque hasta besar la arena. El recorrido se recuerda por su secuencia costera: el par 4 del 11 y el del 14, hoyos panorámicos que juegan con el viento lateral, y el par 3 del 15, paralelo a la playa, donde el vuelo de la bola compite con las gaviotas. Es un campo que exige colocación y lectura de brisas, más estrategia que músculo, y que regala postales en cada green elevado con el Atlántico al fondo.

El Royal, firmado por Rocky Roquemore a partir de la visión de Cotton, eleva el dramatismo. Entre ondulaciones suaves, agua y bunkers que encuadran la línea de juego, aparecen dos emblemas: el 9, con green casi isla, y el 16, un par 3 sobre acantilado que obliga a carry de pura fe y que se ha convertido en icono del golf luso. Aquí la presión no la marcan las tarjetas, sino el paisaje: la brisa sube por el talud, la marea dicta club y el error se paga con el eco del rompiente.

Más allá del diseño, Vale do Lobo es contexto: urbanización integrada, villas blancas entre alcornoques, senderos que conducen al arenal y a un corredor ecológico que conecta con la Ría Formosa, uno de los santuarios naturales del país. Ese entorno, unido a una infraestructura pensada para el jugador —club house, academia y servicios—, explica por qué tantos vuelven. Porque aquí cada vuelta cuenta dos historias: la que escriben los golpes… y la que dicta el océano.

El Old Course de Vilamoura: La ‘Gran Dama’ del Algarve

Clásico entre clásicos, el Old Course de Vilamoura —la “Gran Dama” del Algarve— destila el golf de escuela inglesa: precisión, lectura fina del terreno y pinos sombrilla enmarcando cada golpe. Frank Pennink lo diseñó en 1969 y, sin perder su esencia, fue modernizado en 1996-97 por Martin Hawtree para ajustarlo a estándares contemporáneos. Par 73 y casi 6,3 km, discurre sobre suaves ondulaciones donde la colocación manda más que la fuerza.

Entre sus hoyos más recordados, el par 3 del 4, corto y hermoso, exige vuelo nítido entre árboles y control absoluto del palo; el 9, estrecho y exigente, castiga cualquier desvío antes de un green muy protegido; y el 16, par 5 largo, pide secuencia de golpes medida al milímetro para aspirar al birdie. Aquí el error no hace ruido… pero suma.

El contexto también pesa: en pleno corazón de Vilamoura, a un paso de la marina, playas y una oferta gastronómica vibrante, el campo combina tradición y experiencia premium —casa club renovada, prácticas de sostenibilidad y condiciones impolutas—, razón por la que tantos vuelven buscando ese placer raro de un diseño clásico que sigue retando como el primer día.

Un espectacular recorrido, difícil de imaginar sin una visita, donde el magnífico campo, una casa club de lujo y el trato excepcional de todo el personal, no dejará indiferente al visitante de paso, que seguro querrá repetir.

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